Introducción
La presente exposición es parte de una investigación mayor que vengo desarrollando en torno a la Historia del Distrito de San Juan de Miraflores.
El tema esta inmerso dentro de los estudios de la formación de barriadas en Lima que se llevaron a cabo durante gran parte del siglo XX, con lo cual nuestra capital sufrió cambios drásticos sobre todo el plano social. El Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO) en el año 1978, propone tres etapas de la evolución demográfica de Lima como que propone lo siguiente:
“…el crecimiento físico de Lima desde 1940 hasta nuestros días puede dividirse en 3 grandes etapas (…) La primera constituye un periodo que va desde 1940 hasta 1954, en el que Lima llega a ocupar (…) un triangulo determinado por el cono de deyección del rió Rímac (…) La segunda etapa abarca desde 1955, año de la invasión de Ciudad de Dios, hasta 1970; que es la época en que se desarrollan masivamente las grandes barriadas y lima rompe los limites del triángulo anterior (…) La tercera etapa (…) es aquella en que la zona anteriormente conquistada para la ciudad se puebla casi íntegramente, disminuyendo los espacios disponibles para su crecimiento físico y aumentando desmesuradamente el proceso de tugurización…” (DESCO, 1978: 9, 10)
Dentro de dicha división, la que merecerá nuestra atención en la presente exposición será la segunda etapa, aunque debemos aclarar que fue el 24 de diciembre de 1954 que se produjo la invasión de Ciudad de Dios, siendo reconocido el 4 de enero de 1955.
Nuestra exposición se dividirá en dos partes: la primera, mostrará la invasión de las Pampas de San Juan; y la segunda, brindará detalles de la posesión de los terrenos a favor de los invasores.
LA INVASIÓN DE LOS TERRENOS DE ATOCONGO 1954
En la Pampa de San Juan situada afuera del área urbana y en la periferia sur del valle del Rímac, la noche del viernes 24 de diciembre de 1954, mientras muchos celebraban la fiesta de la navidad, una gran cantidad de personas invadieron estos terrenos, ubicados al borde de la carretera que conduce a Atocongo. Tras este suceso, Pedro F. Cortázar, escribió en el diario La Prensa del día martes 28 de ese mes lo siguiente:
“…ha surgido en Lima una nueva ciudad clandestina, con cerca de 3,000 viviendas rudimentarias hechas de esteras y palos, y con más de 8,000 habitantes .Esta pintoresca ciudad que fue levantada en una sola noche, la noche de Navidad, ha sido bautizada por sus fundadores como el nombre de “Ciudad de Dios”, porque “nació en la misma noche en la que nació el Señor”…” (Cortázar, 1954: 1)
Esta invasión causó gran impresión en aquellas personas que vivían en los alrededores del lugar, quienes presenciaron un cambio tan drástico como intempestivo. El conjunto de personas invadieron las Pampas de San Juan estuvo integrado por hombres, mujeres y niños, quienes portaban todos sus enseres que trasportaron en camiones, carretas, bicicletas y a pie. Entre los oficios o actividades de los pobladores de “La Ciudad de Dios” se encontraron: obreros, vendedores ambulantes, hoteleros, ladrilleros, autobuseros, areneros del sur, trabajadores de la Parada, entre otros.
La invasión según José Matos Mar fue preparada meses atrás por los miembros de “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General[1]” fundada el 4 de abril de 1954. Esta asociación se encargó de enviar solicitudes al gobierno para acceder a dichas tierras en concesión.
En torno a las razones de la invasión se pueden mencionar principalmente, las personas que provinieron desde algunos barrios y distritos tugurizados[2] y por efecto de la migración del campo la ciudad. Todo ello ocasionó la escasez de viviendas siendo el problema más importante de la década del 50. En ambos casos, la incursión hacia las Pampas de San Juan en los terrenos de Atocongo, fue la solución inmediata a sus problemas de vivienda.
Como forma de organización por parte de los invasores podemos identificar entonces, a las personas que formaron parte de “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” u otras asociaciones y que a razón de ellas buscaron solucionar su problema de vivienda. Por otro lado, aquellas personas que sin ningún vínculo a estas organizaciones vieron su oportunidad de conseguir un terreno propio, uniéndose a la invasión. Por lo tanto, la forma en como se desarrolló la invasión, fue una mezcla de la organización por parte de algunas asociaciones y; por otro lado, el oportunismo intempestivo de algunas personas que se unieron a la invasión.
La “posesión” de los terrenos invadidos. La Ciudad de Dios 1955
Tras la invasión realizada el 24 de diciembre de 1954 en las Pampas de San Juan, los pobladores liderados por la “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General”, iniciaron una serie de conversaciones con el Estado Peruano. Los intentos previos para llegar a algún acuerdo con el Estado, fueron desfavorables, lo cual se convirtió en un inconveniente de carácter legal. Sumado a esto, la escasez de los servicios básicos ahondará aun más el problema de los invasores.
Tras el primer día de invasión, se siguieron dando masivos movimientos de personas que llegaban a instalar su choza a dichos territorios, el diario La Prensa del día martes 28 de diciembre de 1954 señala:
“…En los días que siguieron hasta ayer, las chozas se han ido multiplicando en forma asombrosa. Todo el que quiere, lleva sus palos y sus esteras, levanta su vivienda, traza su lote y planta su bandera…” (La Prensa, 1954: 2)
Un personaje a destacar dentro de la invasión es Alejandro López Agreda[3], quien fue el Presidente de “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” y dirigió toda la invasión hacia las Pampas de San Juan, entablando conversaciones con las autoridades del Estado peruano, a fin de lograr adjudicar los terrenos para los pobladores de la invasión. Como se mencionó, la dirigencia se diferenció de otras invasiones por su organización, lo cual permitió encaminar los lineamientos que se propusieron al interior de la asociación. Hay una serie de estrategias utilizadas por “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” con respecto a conseguir sus objetivos, siendo el principal la búsqueda de la vía legal para el reconocimiento de los terrenos. Un caso particular es el referido a la instalación del local de la asociación. El diario La Prensa del día martes 28 de diciembre de 1954 señala:
“…el Presidente de la Asociación (…), dispone todo, secundado por su Directiva, desde el local de la institución levantado en el centro de la ciudad clandestina, en una choza con techo de tijera y con una bandera peruana mas grande que las demás y en cuya puerta hay un cartelón que dice: “Que viva el General de División Don Manuel A. Odría. Que vivan las autoridades y que viva el pueblo. Viva el Perú…” (La Prensa, 1954: 2)
Se puede apreciar una astuta manera de reconocer el poder del Presidente de la Republica, quien a fin de cuentas podría otorgarles el reconocimiento de dichos terrenos. Además no solo se centran en la figura del Presidente sino que incluyen a las demás autoridades pertinentes para la solución del problema de vivienda. El funcionamiento y organización de la “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” exige que cada asociado brinde un aporte simbólico semanal, con el fin de solventar los gastos básicos.
En una entrevista realizada a uno de los dirigentes de la “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” en el diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 éste manifiesta:
“… No queremos nada mas que las tierras, porque nosotros estamos perfectamente organizados para levantar poco a poco, por el sistema cooperativo, nuestras viviendas con todos sus servicios (…) somos una sociedad mutualista de obreros sindicalizados que no oculta ni sus libros, ni sus asambleas, ni sus Estatutos…”(La Prensa, 1954: 1)
Entre los problemas inmediatos que se dieron a raíz de la invasión, están la falta de agua, medio de transporte y el reconocimiento de los terrenos invadidos. Además se presentarán las acusaciones por parte de la Fundación Canevaro y el Ministerio de Guerra. La primera, meses atrás a la invasión levantó carteles que indicaban que dicha zona seria utilizada para la “Irrigación San Juan” y la “Concesión No Metálica Santa Fe”. La Segunda, argumentó que dicha zona es reconocida desde 1947 para los ejercicios militares de la tropa. Un problema mayor fue la noticia de que el Estado peruano acordó la orden de desalojo[4] de los invasores, dándoles plazo hasta el día lunes 3 de enero de 1955.
La respuesta a estos problemas por parte de los invasores, fue el mostrarse unidos, dando muestras de que ellos mismos podrían edificar su casa, siempre y cuando el Estado les brinde la autorización respectiva. El diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 señala:
“… “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” (…) manifiesta que “aunque ellos siempre son obedientes a las disposiciones de las autoridades, no sabrían como acatarlas esta vez, salvó que sean desalojados a la fuerza o que se les señale otro lugar, ya que las 10 000 personas que han levantado sus humildes chozas de esteras en el desierto, no tienen a donde ir…” (La Prensa, 1954: 1)
Por lo tanto, los invasores encabezados por la asociación se mantuvieron firmes de continuar ocupando los terrenos y continuaron efectuando conversaciones con el Estado. El presidente de la “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General”, en el diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 manifiesta:
“…”que ellos no han querido darle ningún problema al gobierno”, sino muy por el contrario, ayudarlo a resolver el angustioso problema de la vivienda. “No se puede esperar que todo lo haga el Estado” (…) nosotros no queremos ser una carga mas para el Gobierno y sólo pedimos que se nos otorgue esas tierras. Si no es posible que sean entregadas como concesión gratuita, ofrecemos pagar por ellas lo que crea conveniente el Estado…” (La Prensa, 1954: 1)
Los invasores se vieron como la solución al problema de la escasez de la vivienda, siendo su acción, una iniciativa ante la inoperancia del Estado. Por otro lado la solución de la escasez de los productos básicos como la falta de agua fue solucionada con una serie de medidas como: el pago semanal de cada invasor para el traslado de agua en camiones hacia la zona o el iniciar algunas perforaciones sobre el suelo a fin de encontrar algún reflujo de agua desde donde los pobladores pudiesen abastecerse. La falta de medios de comunicación fue solucionado por la presencia de unidades de transporte como los ómnibus de la línea Atocongo, que aumentaron su frecuencia de servicio, aunque el problema persistió, con lo cual aparecieron las unidades de servicio particular, los llamados “colectivos”, los cuales llevaban a un promedio de cinco a seis personas por viaje, lo cual no soluciono el problema, ocasionando que muchas personas tengan que caminar grandes distancias.
Con respecto a los reclamos realizados por la Fundación Canevaro y el Ministerio de Guerra, la asociación argumentara en el diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 lo siguiente:
“…hemos invadido una zona militar, dedicada desde el año 1947, y por Resolución gubernativa, a los ejercicios de la tropa. Pero sabemos que en esta misma zona, también por resoluciones gubernativas, se ha concedido considerables terrenos en propiedad a las sociedades “Pacifico y Ayacucho” y “Villa – María” durante los años 1951 y 1952, respectivamente. Respecto a la Fundación Canevaro, manifiesta que cuando ellos hicieron las averiguaciones correspondientes en el Ministerio de Fomento, les manifestaron que la zona que actualmente ocupa la “Ciudad de Dios” era zona del Estado…”(La Prensa, 1954: 2)
Por otro lado el Estado, presento dudas al respecto de la procedencia y el tipo de vinculación de los líderes de la Directiva de “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General”, manejando la idea que dicha invasión halla sido propiciada por los apristas o comunistas. En el diario La Prensa del día miércoles 29 de diciembre de 1954 se señaló:
“…todo no ha salido a pedir de boca para la “Ciudad de Dios”, pues el Lunes la Directiva fue detenida cerca de 12 horas por la policía, pues fue acusada de “Comunista y Aprista”. Zevallos protesta enérgicamente y afirma que ninguno de sus miembros tiene color político. Felizmente – agrega – esta calumnia ha quedado desvirtuada y la Directiva fue puesta en libertad en la noche del mismo día, merced a las gestiones y averiguaciones exhaustivas que se realizaron…” (La Prensa, 1954: 2)
Mas adelante la Directiva afirmara en razón de dichas acusaciones, que no hay ningún vínculo político y que las medidas tomadas por los habitantes de “La Ciudad de Dios” fueron realizadas a causa del problema de la escasez de vivienda en el país.
El problema mayor fue la orden de desalojo previsto para el 3 de enero de 1955. Además la presencia de personas a dicha zona se incrementó a medida que pasó el tiempo, lo cual hizo que en tan solo cuatro días después de la invasión, la cantidad de invasores se incremente en 1000 personas mas.
“La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” bajo la dirección de Alejandro López Agreda inició todos los dispositivos legales para lograr el reconocimiento de los terrenos por parte del Estado. Para el día lunes 3 de enero, en que se cumplió el plazo establecido por el Estado, un artículo en el diario La Prensa tenía por titulo “Odría Pasó Delante de la “Ciudad de Dios”; Hoy Vence el Plazo Dado para su Desalojo”. Sin embargo gran sorpresa se llevó el Presidente Odría, el cual fue visto como aquel que otorgaría el reconocimiento a los terrenos invadidos, siendo ovacionado por la población.
Al día siguiente de haber visitado la “Ciudad de Dios”, el Presidente volvió a ir junto a su esposa, lo cual aumentó la euforia de los habitantes y genero mayores esperanzas en ellos. Una de las primeras victorias de los habitantes de “La Ciudad de Dios” fue la noticia que no serian desalojados y que además la Directiva había sido citada por el Presidente Odría. Para el día miércoles 5 de enero de 1955, la algarabía se desbordaría. El diario La Prensa pondría en su portada “Otorgarán en Venta Simbólica Terrenos de “Ciudad de Dios”. Parte de dicho artículo expresó que:
“…El Presidente de la Republica General Manuel A. Odría, ha ofrecido otorgar a los 10 000 pobladores de la “Ciudad de Dios”, los terrenos que invadieron (…) ...a sidonantercia del Estadopoblaion escasez de la viviendaosiados, elaborando previamente un pla apremiada por el angustioso problema de la vivienda;(…) según Alejandro López Agreda – quien fue recibido el día de ayer por el Jefe del Estado en el Palacio de Gobierno // En dicha entrevista – declara López Agreda – el Primer mandatario les manifestó también a los miembros de la Directiva de la Asociación que preside, que el Gobierno instalará en el “Ciudad de Dios” una oficina a cargo del Ministerio de Fomento, con el fin de que urbanice los terrenos y organice la adecuada formación de la población…” (La Prensa, 1955: 1)
El pueblo en general, tras haber logrado mantener como suya los terrenos de Atocongo menciono que esta invasión fue vista como modelo de lucha y sacrificio que logró vencer el problema de la escasez de vivienda para una gran cantidad de habitantes. El diario La Prensa del día jueves 6 de enero de 1955, expresa:
“…Todos los miembros de la Directiva están acordes en afirmar que la Ciudad de Dios que nació - como ellos lo dijeron – “el mismo día en que nació Dios”, ha traído al Perú la oportunidad de solucionar el problema de la vivienda que aflige a millares de millares de familias peruanas, porque lo que se hará con la Ciudad de Dios, - anotan – servirá de modelo “para realizar lo mismo en todas las ciudades del país”…” (La Prensa, 1955: 1)
CONCLUSIONES
- La invasión de “La Ciudad de Dios” tuvo como causa inmediata el problema de la escasez de viviendas ocasionada por las migraciones en la década de 1940 y por la tugurización de algunos distritos y barrios de Lima.
- La presencia de "La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General”, fue fundamental para la organización de la invasión y el posterior reconocimiento.
- El diario La Prensa ofreció gran cobertura a la invasión de las Pampas de San Juan, llegando inclusive a realizar un mapa en donde se indica la ubicación de “La Ciudad de Dios”.
- El reconocimiento de los terrenos invadidos fue uno de los iniciales y principales problemas de los habitantes de La Ciudad de Dios. Sin embargo, las dificultades que presentó el terreno, ocasionaron inclusive que muchos de los invasores decidieran retirarse de la zona.
[1] Por Mutualismo se tiene la idea de una cooperativa de consumo que redistribuye los ingresos de los trabajadores entre ellos. En: Sulmont, D. 1977. Historia del Movimiento Obrero en el Perú (de 1890 a 1977). Lima: Tarea, Centro de Publicaciones Educativas, p. 22.
[2] Con respecto a la definición de la palabra Tugurio, se menciona que: “el término es una modalidad de crecimiento de la ciudad, diferente de la barriada. El tugurio surge como degeneración de la ciudad; constituye la última etapa de crecimiento de una que anteriormente constituyó una moderna zona residencial o comercial” En: DESCO. 1990. Se busca terreno para próxima barriada. Lima: Centro de estudios y Promoción del Desarrollo, p. 5.
[3] Alejandro López Agreda organizo en marzo de 1954 la AMPOG, siendo su objetivo principal el de solucionar el problema de vivienda de sus asociados, elaborando previamente un plan de acción. En: Matos, J. 1966. Las barriadas de Lima 1957. Lima: IEP, p. 95.
[4] Ver el diario La Prensa. Jueves 30 de diciembre de 1954, p. 1.
La presente exposición es parte de una investigación mayor que vengo desarrollando en torno a la Historia del Distrito de San Juan de Miraflores.
El tema esta inmerso dentro de los estudios de la formación de barriadas en Lima que se llevaron a cabo durante gran parte del siglo XX, con lo cual nuestra capital sufrió cambios drásticos sobre todo el plano social. El Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO) en el año 1978, propone tres etapas de la evolución demográfica de Lima como que propone lo siguiente:
“…el crecimiento físico de Lima desde 1940 hasta nuestros días puede dividirse en 3 grandes etapas (…) La primera constituye un periodo que va desde 1940 hasta 1954, en el que Lima llega a ocupar (…) un triangulo determinado por el cono de deyección del rió Rímac (…) La segunda etapa abarca desde 1955, año de la invasión de Ciudad de Dios, hasta 1970; que es la época en que se desarrollan masivamente las grandes barriadas y lima rompe los limites del triángulo anterior (…) La tercera etapa (…) es aquella en que la zona anteriormente conquistada para la ciudad se puebla casi íntegramente, disminuyendo los espacios disponibles para su crecimiento físico y aumentando desmesuradamente el proceso de tugurización…” (DESCO, 1978: 9, 10)
Dentro de dicha división, la que merecerá nuestra atención en la presente exposición será la segunda etapa, aunque debemos aclarar que fue el 24 de diciembre de 1954 que se produjo la invasión de Ciudad de Dios, siendo reconocido el 4 de enero de 1955.
Nuestra exposición se dividirá en dos partes: la primera, mostrará la invasión de las Pampas de San Juan; y la segunda, brindará detalles de la posesión de los terrenos a favor de los invasores.
LA INVASIÓN DE LOS TERRENOS DE ATOCONGO 1954
En la Pampa de San Juan situada afuera del área urbana y en la periferia sur del valle del Rímac, la noche del viernes 24 de diciembre de 1954, mientras muchos celebraban la fiesta de la navidad, una gran cantidad de personas invadieron estos terrenos, ubicados al borde de la carretera que conduce a Atocongo. Tras este suceso, Pedro F. Cortázar, escribió en el diario La Prensa del día martes 28 de ese mes lo siguiente:
“…ha surgido en Lima una nueva ciudad clandestina, con cerca de 3,000 viviendas rudimentarias hechas de esteras y palos, y con más de 8,000 habitantes .Esta pintoresca ciudad que fue levantada en una sola noche, la noche de Navidad, ha sido bautizada por sus fundadores como el nombre de “Ciudad de Dios”, porque “nació en la misma noche en la que nació el Señor”…” (Cortázar, 1954: 1)
Esta invasión causó gran impresión en aquellas personas que vivían en los alrededores del lugar, quienes presenciaron un cambio tan drástico como intempestivo. El conjunto de personas invadieron las Pampas de San Juan estuvo integrado por hombres, mujeres y niños, quienes portaban todos sus enseres que trasportaron en camiones, carretas, bicicletas y a pie. Entre los oficios o actividades de los pobladores de “La Ciudad de Dios” se encontraron: obreros, vendedores ambulantes, hoteleros, ladrilleros, autobuseros, areneros del sur, trabajadores de la Parada, entre otros.
La invasión según José Matos Mar fue preparada meses atrás por los miembros de “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General[1]” fundada el 4 de abril de 1954. Esta asociación se encargó de enviar solicitudes al gobierno para acceder a dichas tierras en concesión.
En torno a las razones de la invasión se pueden mencionar principalmente, las personas que provinieron desde algunos barrios y distritos tugurizados[2] y por efecto de la migración del campo la ciudad. Todo ello ocasionó la escasez de viviendas siendo el problema más importante de la década del 50. En ambos casos, la incursión hacia las Pampas de San Juan en los terrenos de Atocongo, fue la solución inmediata a sus problemas de vivienda.
Como forma de organización por parte de los invasores podemos identificar entonces, a las personas que formaron parte de “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” u otras asociaciones y que a razón de ellas buscaron solucionar su problema de vivienda. Por otro lado, aquellas personas que sin ningún vínculo a estas organizaciones vieron su oportunidad de conseguir un terreno propio, uniéndose a la invasión. Por lo tanto, la forma en como se desarrolló la invasión, fue una mezcla de la organización por parte de algunas asociaciones y; por otro lado, el oportunismo intempestivo de algunas personas que se unieron a la invasión.
La “posesión” de los terrenos invadidos. La Ciudad de Dios 1955
Tras la invasión realizada el 24 de diciembre de 1954 en las Pampas de San Juan, los pobladores liderados por la “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General”, iniciaron una serie de conversaciones con el Estado Peruano. Los intentos previos para llegar a algún acuerdo con el Estado, fueron desfavorables, lo cual se convirtió en un inconveniente de carácter legal. Sumado a esto, la escasez de los servicios básicos ahondará aun más el problema de los invasores.
Tras el primer día de invasión, se siguieron dando masivos movimientos de personas que llegaban a instalar su choza a dichos territorios, el diario La Prensa del día martes 28 de diciembre de 1954 señala:
“…En los días que siguieron hasta ayer, las chozas se han ido multiplicando en forma asombrosa. Todo el que quiere, lleva sus palos y sus esteras, levanta su vivienda, traza su lote y planta su bandera…” (La Prensa, 1954: 2)
Un personaje a destacar dentro de la invasión es Alejandro López Agreda[3], quien fue el Presidente de “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” y dirigió toda la invasión hacia las Pampas de San Juan, entablando conversaciones con las autoridades del Estado peruano, a fin de lograr adjudicar los terrenos para los pobladores de la invasión. Como se mencionó, la dirigencia se diferenció de otras invasiones por su organización, lo cual permitió encaminar los lineamientos que se propusieron al interior de la asociación. Hay una serie de estrategias utilizadas por “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” con respecto a conseguir sus objetivos, siendo el principal la búsqueda de la vía legal para el reconocimiento de los terrenos. Un caso particular es el referido a la instalación del local de la asociación. El diario La Prensa del día martes 28 de diciembre de 1954 señala:
“…el Presidente de la Asociación (…), dispone todo, secundado por su Directiva, desde el local de la institución levantado en el centro de la ciudad clandestina, en una choza con techo de tijera y con una bandera peruana mas grande que las demás y en cuya puerta hay un cartelón que dice: “Que viva el General de División Don Manuel A. Odría. Que vivan las autoridades y que viva el pueblo. Viva el Perú…” (La Prensa, 1954: 2)
Se puede apreciar una astuta manera de reconocer el poder del Presidente de la Republica, quien a fin de cuentas podría otorgarles el reconocimiento de dichos terrenos. Además no solo se centran en la figura del Presidente sino que incluyen a las demás autoridades pertinentes para la solución del problema de vivienda. El funcionamiento y organización de la “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” exige que cada asociado brinde un aporte simbólico semanal, con el fin de solventar los gastos básicos.
En una entrevista realizada a uno de los dirigentes de la “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” en el diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 éste manifiesta:
“… No queremos nada mas que las tierras, porque nosotros estamos perfectamente organizados para levantar poco a poco, por el sistema cooperativo, nuestras viviendas con todos sus servicios (…) somos una sociedad mutualista de obreros sindicalizados que no oculta ni sus libros, ni sus asambleas, ni sus Estatutos…”(La Prensa, 1954: 1)
Entre los problemas inmediatos que se dieron a raíz de la invasión, están la falta de agua, medio de transporte y el reconocimiento de los terrenos invadidos. Además se presentarán las acusaciones por parte de la Fundación Canevaro y el Ministerio de Guerra. La primera, meses atrás a la invasión levantó carteles que indicaban que dicha zona seria utilizada para la “Irrigación San Juan” y la “Concesión No Metálica Santa Fe”. La Segunda, argumentó que dicha zona es reconocida desde 1947 para los ejercicios militares de la tropa. Un problema mayor fue la noticia de que el Estado peruano acordó la orden de desalojo[4] de los invasores, dándoles plazo hasta el día lunes 3 de enero de 1955.
La respuesta a estos problemas por parte de los invasores, fue el mostrarse unidos, dando muestras de que ellos mismos podrían edificar su casa, siempre y cuando el Estado les brinde la autorización respectiva. El diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 señala:
“… “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” (…) manifiesta que “aunque ellos siempre son obedientes a las disposiciones de las autoridades, no sabrían como acatarlas esta vez, salvó que sean desalojados a la fuerza o que se les señale otro lugar, ya que las 10 000 personas que han levantado sus humildes chozas de esteras en el desierto, no tienen a donde ir…” (La Prensa, 1954: 1)
Por lo tanto, los invasores encabezados por la asociación se mantuvieron firmes de continuar ocupando los terrenos y continuaron efectuando conversaciones con el Estado. El presidente de la “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General”, en el diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 manifiesta:
“…”que ellos no han querido darle ningún problema al gobierno”, sino muy por el contrario, ayudarlo a resolver el angustioso problema de la vivienda. “No se puede esperar que todo lo haga el Estado” (…) nosotros no queremos ser una carga mas para el Gobierno y sólo pedimos que se nos otorgue esas tierras. Si no es posible que sean entregadas como concesión gratuita, ofrecemos pagar por ellas lo que crea conveniente el Estado…” (La Prensa, 1954: 1)
Los invasores se vieron como la solución al problema de la escasez de la vivienda, siendo su acción, una iniciativa ante la inoperancia del Estado. Por otro lado la solución de la escasez de los productos básicos como la falta de agua fue solucionada con una serie de medidas como: el pago semanal de cada invasor para el traslado de agua en camiones hacia la zona o el iniciar algunas perforaciones sobre el suelo a fin de encontrar algún reflujo de agua desde donde los pobladores pudiesen abastecerse. La falta de medios de comunicación fue solucionado por la presencia de unidades de transporte como los ómnibus de la línea Atocongo, que aumentaron su frecuencia de servicio, aunque el problema persistió, con lo cual aparecieron las unidades de servicio particular, los llamados “colectivos”, los cuales llevaban a un promedio de cinco a seis personas por viaje, lo cual no soluciono el problema, ocasionando que muchas personas tengan que caminar grandes distancias.
Con respecto a los reclamos realizados por la Fundación Canevaro y el Ministerio de Guerra, la asociación argumentara en el diario La Prensa del día viernes 31 de diciembre de 1954 lo siguiente:
“…hemos invadido una zona militar, dedicada desde el año 1947, y por Resolución gubernativa, a los ejercicios de la tropa. Pero sabemos que en esta misma zona, también por resoluciones gubernativas, se ha concedido considerables terrenos en propiedad a las sociedades “Pacifico y Ayacucho” y “Villa – María” durante los años 1951 y 1952, respectivamente. Respecto a la Fundación Canevaro, manifiesta que cuando ellos hicieron las averiguaciones correspondientes en el Ministerio de Fomento, les manifestaron que la zona que actualmente ocupa la “Ciudad de Dios” era zona del Estado…”(La Prensa, 1954: 2)
Por otro lado el Estado, presento dudas al respecto de la procedencia y el tipo de vinculación de los líderes de la Directiva de “La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General”, manejando la idea que dicha invasión halla sido propiciada por los apristas o comunistas. En el diario La Prensa del día miércoles 29 de diciembre de 1954 se señaló:
“…todo no ha salido a pedir de boca para la “Ciudad de Dios”, pues el Lunes la Directiva fue detenida cerca de 12 horas por la policía, pues fue acusada de “Comunista y Aprista”. Zevallos protesta enérgicamente y afirma que ninguno de sus miembros tiene color político. Felizmente – agrega – esta calumnia ha quedado desvirtuada y la Directiva fue puesta en libertad en la noche del mismo día, merced a las gestiones y averiguaciones exhaustivas que se realizaron…” (La Prensa, 1954: 2)
Mas adelante la Directiva afirmara en razón de dichas acusaciones, que no hay ningún vínculo político y que las medidas tomadas por los habitantes de “La Ciudad de Dios” fueron realizadas a causa del problema de la escasez de vivienda en el país.
El problema mayor fue la orden de desalojo previsto para el 3 de enero de 1955. Además la presencia de personas a dicha zona se incrementó a medida que pasó el tiempo, lo cual hizo que en tan solo cuatro días después de la invasión, la cantidad de invasores se incremente en 1000 personas mas.
“La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General” bajo la dirección de Alejandro López Agreda inició todos los dispositivos legales para lograr el reconocimiento de los terrenos por parte del Estado. Para el día lunes 3 de enero, en que se cumplió el plazo establecido por el Estado, un artículo en el diario La Prensa tenía por titulo “Odría Pasó Delante de la “Ciudad de Dios”; Hoy Vence el Plazo Dado para su Desalojo”. Sin embargo gran sorpresa se llevó el Presidente Odría, el cual fue visto como aquel que otorgaría el reconocimiento a los terrenos invadidos, siendo ovacionado por la población.
Al día siguiente de haber visitado la “Ciudad de Dios”, el Presidente volvió a ir junto a su esposa, lo cual aumentó la euforia de los habitantes y genero mayores esperanzas en ellos. Una de las primeras victorias de los habitantes de “La Ciudad de Dios” fue la noticia que no serian desalojados y que además la Directiva había sido citada por el Presidente Odría. Para el día miércoles 5 de enero de 1955, la algarabía se desbordaría. El diario La Prensa pondría en su portada “Otorgarán en Venta Simbólica Terrenos de “Ciudad de Dios”. Parte de dicho artículo expresó que:
“…El Presidente de la Republica General Manuel A. Odría, ha ofrecido otorgar a los 10 000 pobladores de la “Ciudad de Dios”, los terrenos que invadieron (…) ...a sidonantercia del Estadopoblaion escasez de la viviendaosiados, elaborando previamente un pla apremiada por el angustioso problema de la vivienda;(…) según Alejandro López Agreda – quien fue recibido el día de ayer por el Jefe del Estado en el Palacio de Gobierno // En dicha entrevista – declara López Agreda – el Primer mandatario les manifestó también a los miembros de la Directiva de la Asociación que preside, que el Gobierno instalará en el “Ciudad de Dios” una oficina a cargo del Ministerio de Fomento, con el fin de que urbanice los terrenos y organice la adecuada formación de la población…” (La Prensa, 1955: 1)
El pueblo en general, tras haber logrado mantener como suya los terrenos de Atocongo menciono que esta invasión fue vista como modelo de lucha y sacrificio que logró vencer el problema de la escasez de vivienda para una gran cantidad de habitantes. El diario La Prensa del día jueves 6 de enero de 1955, expresa:
“…Todos los miembros de la Directiva están acordes en afirmar que la Ciudad de Dios que nació - como ellos lo dijeron – “el mismo día en que nació Dios”, ha traído al Perú la oportunidad de solucionar el problema de la vivienda que aflige a millares de millares de familias peruanas, porque lo que se hará con la Ciudad de Dios, - anotan – servirá de modelo “para realizar lo mismo en todas las ciudades del país”…” (La Prensa, 1955: 1)
CONCLUSIONES
- La invasión de “La Ciudad de Dios” tuvo como causa inmediata el problema de la escasez de viviendas ocasionada por las migraciones en la década de 1940 y por la tugurización de algunos distritos y barrios de Lima.
- La presencia de "La Asociación Mutualista La Providencia de Obreros en General”, fue fundamental para la organización de la invasión y el posterior reconocimiento.
- El diario La Prensa ofreció gran cobertura a la invasión de las Pampas de San Juan, llegando inclusive a realizar un mapa en donde se indica la ubicación de “La Ciudad de Dios”.
- El reconocimiento de los terrenos invadidos fue uno de los iniciales y principales problemas de los habitantes de La Ciudad de Dios. Sin embargo, las dificultades que presentó el terreno, ocasionaron inclusive que muchos de los invasores decidieran retirarse de la zona.
[1] Por Mutualismo se tiene la idea de una cooperativa de consumo que redistribuye los ingresos de los trabajadores entre ellos. En: Sulmont, D. 1977. Historia del Movimiento Obrero en el Perú (de 1890 a 1977). Lima: Tarea, Centro de Publicaciones Educativas, p. 22.
[2] Con respecto a la definición de la palabra Tugurio, se menciona que: “el término es una modalidad de crecimiento de la ciudad, diferente de la barriada. El tugurio surge como degeneración de la ciudad; constituye la última etapa de crecimiento de una que anteriormente constituyó una moderna zona residencial o comercial” En: DESCO. 1990. Se busca terreno para próxima barriada. Lima: Centro de estudios y Promoción del Desarrollo, p. 5.
[3] Alejandro López Agreda organizo en marzo de 1954 la AMPOG, siendo su objetivo principal el de solucionar el problema de vivienda de sus asociados, elaborando previamente un plan de acción. En: Matos, J. 1966. Las barriadas de Lima 1957. Lima: IEP, p. 95.
[4] Ver el diario La Prensa. Jueves 30 de diciembre de 1954, p. 1.